Gonçal Mayos PUBLICATIONS

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Mar 15, 2013

SITUACIONISTAS ¿LOS PRIMEROS "INDIGNADOS"?


En medio de una indignación que, lejos de apaciguarse, está aumentando considerablemente, ha muerto Stephane Hessel. Es el autor de un panfleto afortunado ¡Indignaros! que, en el ya lejano 2011, conectó con el estado de ánimo predominante en el movimiento del 15M o de “los indignados”.

 
En un lenguaje claro, sencillo y directo, Hessel denunciaba la apatía que dominaba en la política oficial e, incluso, en las calles en plena crisis del 2008, de las hipotecas “subprime”, la burbuja financiera, la "deuda soberana" y la corrupción política… Recordaba los muchos motivos de indignación, pero también de politización, que la gente –y sobre todo los jóvenes- tenían ante las narices y que parecían aceptar pasiva y sumisamente.

 
Hasta aquel momento, ciertamente, la reacción mayoritaria en las calles era todavía básicamente “catatónica” y de “bloqueo” ante el brutal final de una ”fiesta” especulativa que se presentaba como interminable y enloquecedoramente seductora. Era una situación de apatía, alienación y desaliento –que por cierto puede volver a darse- como la definida por Naomi Klein en La doctrina del schok, pero ¡antes incluso de que se llevaran a cabo las oscuras manipulaciones que denuncia!


Una sana, justa, imprevista e ilusionante indignación llenó entonces las calles y plazas, que volvieron a ser “ágora” política después de mucho tiempo. Fue una indignación mal saludada por algunos (por ejemplo muchos políticos “profesionales”) pero recibida por la mayoría como agua de mayo (¡nunca mejor dicho!). ¡Es curioso como mayo es tiempo propicio para la politización, la indignación y las revoluciones! El mes de María y las flores también es un mes donde pueden brotar otras “flores políticas”.

 
Ahora bien, la politización de la indignación hasta convertirla en un arma poderosa e imaginativa es algo mucho más antiguo. No fue inventado por Hessel ni por ningún “indignado” del 15 de mayo del 2011. Incluso es mucho más antigua que la indignación del Mayo francés de 1968, que fue mucho más mundial de lo que se dice y sino que se lo digan a mexicanos, argentinos y tantos otros (incluso los californianos que pudieron gozar de la influencia directa de Herbert Marcuse).

 
La indignación sabia y sinceramente politizada ha revitalizado revolucionariamente muchos otras épocas y sociedades. Casi siempre lo ha hecho revitalizando y politizando también el arte, la literatura, la poesía, la cultura… e incluso la vida cotidiana de la gente.

 
Podríamos remontarnos a la Revolución francesa de 1789 o a la Comuna de París de 1871. Una vez y estudiando estas cosas, me quedé boquiabierto al constatar el gran número de aguerridos revolucionarios que eran intelectuales y gente con inquietudes culturales y publicaciones de todo tipo (de literarias a científicas).

 
Un caso extremo pero significativo es que, entre los doce miembros del Comité de Salvación Pública en su momento de mayor poder de 1793, ¡once habían publicado obras literarias incluso antes de 1789 y el restante era científico! Eso incluía el jovencísimo Saint-Just que había publicado antes de los 20 años (apelado el "Arcángel del Terror" morirá antes de cumplir los 27).


También es significativo que la Comuna de 1871 fuera bellamente cantada, pero también personalmente defendida, por el poeta Rimbaud y que la muy activa y politizada Federación de los artistas de París fuera dirigida por el pintor realista Gustave Courbert. Ciertamente fueron muchos los literatos, artistas e intelectuales “communards” y –significativamente- su gran defensor fue el viejo Victor Hugo (autor de la considerada primera obra protagonizada por la gente de a pie: la hoy oscarizada Los miserables”).

 
También indignados se mostraron los famosos “Jóvenes airados” o “Angry Young Men”, un potente movimiento de escritores británicos de mediados del siglo XX. Politizaron la muy conformada, autosatisfecha e inamovible estructura británica de clases, siempre dominada por una hábil, si bien mediocre e hipócrita, clase alta heredada del Imperio.

 
También una profunda indignación por la Iª Guerra Mundial creó Dadá en la “neutral” ciudad suiza de Zúrich. Bajo la guía de esa palabra imposible y amenazadoramente baboseante (Dadá), una serie de artistas renovaron el arte y las actitudes sociales. En el emblemáticamente llamado Cabaret Voltaire, Hugo Ball, Tristan Tzara y otros pocos convirtieron su indignación existencial en creatividad iconoclasta. De ellos proviene la vertiente más radical, creativa e “indignada” del arte contemporáneo que va del Surrealismo al Punk, pasando por la Internacional Situacionista -como narra Greil Marcus-.

 
Dentro de esta brillante y revulsiva corriente de “indignados” destacan los situacionistas, que es el movimiento clave del Mayo del 68 y una de las bases más fructíferas que alimentan los Nuevos Movimientos Sociales. Muchísimo les deben desde el altermundismo al feminismo, desde la Contracultura al Postestructuralismo, desde las performances artísticas al Desconstrutivismopasando por los movimientos hippy, punk, queer… Quizás tan sólo tuvieron una gran falla pues, aunque fue significativa su posición sobre la Guerra de Argelia, un cierto eurocentrismo les impidió criticar a fondo la colonialidad y valorar las perspectivas que abrían la globalización, las postcolonialidades y los indigenistas.

 
Todo ello puede rastrearse en los textos de la famosa revista Internacional Situacionista que publicaron bajo el fascinante liderazgo de Guy Debord, el grupo del mismo nombre. Se trata de una heterogénea amalgama de artistas y teóricos radicales que unían inseparablemente una tendencia avanguardista por el antiarte a otra tendencia política profundamente revolucionaria.

 
Esta es la tesis defendida en el prólogo de Gonçal Mayos de la amplia selección (351 páginas) llevada a cabo conjuntamente con Yanko Moyano y que se acaba de publicar en RBA editores. Sin duda, es todo un acontecimiento esta edición -manejable y fácilmente accesible- de Guy Debord y otros, Filosofía para indignados. Textos situacionistas

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2 comments:

David González Rubio said...

Molt interessant Gonçal. De fet, hi ha qui remontar la contracultura als cínics com Diògenes i qui fins i tot la considera la institució imprescindible per a l'avenç de les idees, les innovacions i la pròpia cultura. El punk n'és una mostra, crec que encara influencia moltes coses perquè va ser conscient des del principi del seu caràcter (ço tra)institucional, però al capdavall iinstitucional, i, per tant, fràgil. Aquesta fragilitat és el que permet canviar "el donat", però també fa que duri. Salutacions

Gonçal Mayos Solsona said...

Alguna cosa del que dius -David- és a Crítica de la raó cínica d'Sloterijk (potser el seu llibre més entenedor i útil). De totes maneres va ser la modernitat i les avantguardes que van sacralitzar la necessitat i bondat de la crítica de la crítica, una certa santa indignació, el constant replantejament... La veritat és que els situacionistes en molts sentits van ser un moment culminant en aquesta tendència. Vaig disfrutar molt fent el llibre. Una abraçada.