Hay muchos
tipos de guerras. Unas son declaradas y otras no. Hoy son habituales las
guerras híbridas. También las hay culturales, asimétricas, de información,
irregulares, etc. Pero aquí nos centraremos en dos tipos y en mostrar como
muchas veces se actúa de forma totalmente diferente e inconsecuente en unos
casos y en otros. A través de un enfoque macrofilosófico (Mayos, 2021, 2013 y
2012) y multidisciplinar mostramos los principales motivos y consecuencias de
tal error.
Las guerras
que se producen entre humanos están muy vigentes, como pone de manifiesto
lamentablemente la invasión de Ucrania decretada por Putin. La experiencia
histórica enseña que son una posibilidad real para la cual hay que prepararse
y, por eso, es una idea muy citada (Julio César, Napoleón…) la que en su
fórmula más conocida afirma imperativa y enfáticamente Si vis pacem, para
bellum. Es decir: «Si quieres la paz, prepara la guerra», “¡Si realmente
quieres la paz, prepara la guerra!”.
No es
necesariamente un alegato belicista radical pues proviene de un pasaje en el
prefacio del libro III de Epitome rei militaris, donde Flavio Vegecio
Renato (383-450) dice exactamente "Igitur qui desiderat pacem, praeparet
bellum" que podemos traducir por “aquel que desease la paz, debería
preparar la guerra”. Por tanto, tras esa reflexión existe un mensaje en cierta
medida pacificista pues viene a aconsejar : “si quieres evitar la guerra,
tienes que estar preparado para ella”.
La idea
subyacente es que la mejor manera de evitar guerras (al menos aquellas que uno
mismo no inicia) es estar preparado para ellas, porque el posible enemigo se
guardará mucho de atacar a quien muy difícilmente podrá vencer. Pues quien
previsoramente se ha preparado para no ser derrotado, jamás será una víctima
fácil y, caso de darse la guerra en contra de su voluntad, estará en las
mejores condiciones para enfrentarla.
Por tanto, no
es necesario querer la guerra para prepararla ni prevenirla, sino que basta
saber que tiene posibilidades reales de producirse e, incluso, tener claro que
lo mejor es evitarla y si no es posible, al menos, limitar sus peores efectos
como son las destrucciones, los sufrimientos, los sacrificios y las muertes
humanas.
Por eso,
pacifistas confesos han asumido -aunque fuera a regañadientes- la idea del
romano Vegecio en el sentido de que, si deseas la paz, debes hacer todo lo
posible para dejar claro a todo el mundo (incluyéndote a ti mismo) de que para
salvaguardar la paz o para recuperarla, estás dispuesto a luchar a muerte, a
hacer lo que debas y disponer todo lo necesario. Por tanto, la frase que
analizamos remite a la reflexión: “Si temes la guerra, prepárala”, pues así
ayudarás a evitarla o, al menos, a minimizar sus consecuencias.
Pero no me
alargaré ahora con este tipo de guerra, donde hay mucha bibliografía y sabias
reflexiones como las que hemos sintetizado apresuradamente. Pues queremos
destacar otro tipo de guerra ante la cual la humanidad actúa habitualmente de
forma muy diferente, mostrando una inconsecuencia argumentativa y valorativa
que merece ser analizada con urgencia.
Pues
recientemente ha sorprendido a la humanidad entera otro tipo de ‘guerra’ que ha
puesto de manifiesto las enormes y dolosas consecuencias resultantes de ser
‘una víctima fácil de agredir’, de no haber previsto ese ataque y de no haber
preparado las necesarias defensas.
Evidentemente,
me refiero a las guerras en contra de las enfermedades, de los virus, de las
bacterias y otros patógenos, que pueden generar pandemias tan destructivas como
la Covid-19 y sus muy contagiosas variantes. Ciertamente no son guerras entre
humanos sino más bien guerras de la humanidad en contra de catástrofes
naturales o de agentes no humanos.
En todo caso,
son agentes patógenos muy reales y peligrosos que siempre han afectado la
evolución humana. Incluso, han marcado decisivamente las guerras humanas y, por
eso, el descubrimiento del potencial curativo de la penicilina en 1940 fue
tratado como un secreto de guerra a un nivel similar que la capacidad
destructiva de la bomba atómica. Pues ciertamente las guerras se pueden ganar
tanto infligiendo bajas al enemigo como minimizando las bajas propias.
Sabemos que
las pandemias han determinado acontecimientos históricos tan importantes como
la colonización europea de América cuando, la exposición a patógenos hasta
entonces desconocidos para los pueblos americanos y que trajeron los europeos,
mermó enormemente la posibilidad de los primeros de evitar ser colonizados por
los segundos. Todos los estudios lo ponen de manifiesto y el clásico
contemporáneo de Jared Diamond (2006) Armas,
gérmenes y acero pone prácticamente al mismo nivel el efecto
destructivo de las pandemias con el de las armas y las tecnologías militares.
Ambos efectos destructivos fueron decisivos y se sumaron para decantar el
resultado del conflicto militar (McNeill 1984; Navarrete, 2019; Marks, 2007).
A partir del
artículo de Mayos, G. (2023). ‘INCONSECUENCIAS ANTE DISTINTOS TIPOS DE GUERRAS.
EL EJEMPLO DEL COVID-19’ en la REVISTA ESMAT, 15(25), 333–348. Recuperado de http://esmat.tjto.jus.br/publicacoes/index.php/revista_esmat/article/view/566
Veánse los posts: - COVID-19 Y LAS GUERRAS, - GUERRAS MILITARES POR ENCIMA DE LAS MÉDICAS, - COVID: HUMILLACIÓN EN DERECHOS HUMANOS Y MEDICINA, - ¿HUMILLACIÓN POPULISTA Y NEOLIBERAL?, - COVID-19 ES UN 'RINOCERONTE GRIS', NO UN 'CISNE NEGRO', - PREPARAR LA GUERRA CONTRA LAS PANDEMIAS
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