Gonçal Mayos PUBLICATIONS

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Oct 11, 2023

COVID: ¿HUMILLACIÓN POPULISTA Y NEOLIBERAL?

 

Humillación económica: cuando el ‘capital humano’ es desatendido

Quizás la humillación más compleja provocada por la COVID es la económica. Más que los economistas profesionales, fueron líderes políticos y opinadores los que, tan pronto como se declaró la pandemia, insistieron en la idea de que -para evitar que afectara la economía- no se tenía que regatear en términos de víctimas mortales o de patologías más o menos permanentes. Aceptaban una transacción errónea entre economía y muertes, pensando que éstas no son un peligro directo para la economía, si no tan solo por los efectos que provocan: miedo, retirada de los negocios, ausencias laborables, deflación de la producción y del consumo, etc.

Es curioso que muchos defensores a ultranza de la economía coincidieron en no valorar demasiado los costes en vidas y obviaron todo lo que sabemos respecto al capital humano y las imprescindibles habilidades, saber hacer, tejido social, emprendería, etc. necesarios para mantener en funcionamiento el sistema económico. A pesar de lo mucho que usan los economistas el concepto de ‘capital humano’, se quiso olvidar que las muertes no son solo un drama personal o familiar, también son una inmensa tragedia social, aunque tan solo se piense -egoístamente- en que volatiliza un ‘capital humano’ que ha costado generaciones desarrollar. Y que encontraremos a faltar en el futuro durante generaciones.

Con esa estrategia se desolló gravemente, y sin ir más lejos, la obra del premio nobel de economía del 1992, miembro de la Escuela de Chicago y uno de los economistas neoliberales más importantes, Gary S. Becker (2009 & 1992). Sin ser en absoluto radicales, él y sus discípulos han desarrollado el concepto de ‘capital humano’ y lo han aplicado a aspectos de la vida tradicionalmente alejados como el matrimonio, la criminalidad o la muerte (Becker, 1992 y 2009). El premio nobel, no sólo ha puesto de manifiesto la imbricación inseparable entre lo económico y la vida de las personas, sino que además han puesto de manifiesto las grandes pérdidas de competitividad y de eficiencia económica por las discriminaciones laborales de ciertas razas, minorías, etc. Incluso, puso de manifiesto los costes enormes que representan las muertes dentro de las ‘fábricas’ o ‘empresas’ que considera que también son las familias.

Y naturalmente los miles y miles de muertes (además de otras patologías a veces muy duraderas) como consecuencia del COVID destruyen muchas familias y representan un brutal coste económico (además de humano) que las sociedades tendrán que sobrellevar y recuperar durante años. Por tanto, al final, más allá del alto precio personal y en seres queridos que a cada uno le haya tocado pagar, las sociedades y todos nosotros también vamos a pagar un muy alto precio en futuro económico y en deuda que pende sobre nuestros estados y países[1].

Sin entrar en las consecuencias a largo plazo, es indicativo que Jorge Martínez e Ildefonso Méndez (2009: 88) sitúen la VEV de las personas en España entre los 9’3 y los 2’3 millones de euros, valoración pretendidamente objetiva al resultar de las “decisiones tomadas en el mercado de trabajo” y que están bastante por debajo de los promedios de la Unión Europea y de países como Francia. Multiplíquense estas cifras (por otra parte relativamente bajas) con las de los muertos por el COVID y podemos tener una idea no exagerada de los costes que muchas veces no se han querido tener en cuenta en el momento de plantear ingenuamente el sacrificio de vidas para presuntamente ‘salvar’ la economía. No son bajos, pues, los costes económicos de haber renunciado a llevar a cabo una prevención y defensa eficaz en la ‘guerra’ en contra de la pandemia.

Evidentemente, además hay que tener en cuenta los costes humanos, en sufrimientos sociales, en vulneraciones éticas y de derechos fundamentales (que estamos estudiando Rubio (2022) y yo mismo). Pero insisto en remarcar una tautología que lamentablemente muchas veces se olvida: ¡no hay capital humano, sin humanos! El ‘capital humano’ no es una abstracción ideal sin demasiado correlato real, sino una manera de referirse conceptualmente a la ‘realidad’ compleja pero encarnada en humanos vivos y que incluye sus conocimientos, habilidades, capacidades, expertices, posibilidades, actuaciones, etc. dignas de ser valoradas como ’capital’ en las empresas y las relaciones económicas. Por supuesto, todas esas potencialidades de gran valor no pueden concretarse ni darse sin la vida corporal y real de las personas que las han desarrollado. Y pensar lo contrario es un gran error. Al menos hasta que la Inteligencia Artificial demuestre lo contrario (Mayos, 2021).

Por eso nos gustaría concluir que la pandemia nos ha enseñado que, no prever la probable ‘guerra sanitaria’ y ceder ante malas soluciones, se paga muy caro y genera retrasos y deudas que hipotecaran el futuro durante años. Y posiblemente, serán mucho mayores que los recortes en salud pública y en el desmantelamiento de las industrias nacionales llevados a cabo durante la llamada ‘era de la austeridad’ (González, 2022).

Pues recordemos que, al principio de la pandemia, faltaban mascarillas, guantes y protecciones médicas básicas; también médicos, enfermeros, hospitales, unidades de cuidados intensivos, etc. Ello se produjo incluso en países muy avanzados, pero también aquí hay diferencias entre los estados, las cuales tendrán importantes consecuencias en el futuro. ¡No todo el mundo sale igual de la guerra en contra de la pandemia, como también sucede con los conflictos militares!


Humillación política ¿populista y neoliberal?

La humillación económica provocada por el COVID comporta también una profunda humillación política. En el apartado anterior, hemos visto que las malas decisiones que tomemos ante una COVID, cuya amenaza todavía no ha desaparecido, tendremos que pagarlas muy caras bastante tiempo después. Insistimos que -aunque nos guste verlo así- esas consecuencias no son apariciones sorprendentes, pequeñas e inescrutables de ‘cisnes negros’ sino de enormes, probables y muy reales ‘rinocerontes grises’, que son claramente previsibles a medio plazo, aunque no lo sean algunas de sus concreciones (digamos su tono de gris exacto, pues el llamado ‘rinoceronte blanco’ es también gris). 

Ahora bien, en contra de lo que sería una gobernanza adecuada y de calidad, muchas administraciones han actuado más lenta, reticente e insolidariamente de lo inevitable. Confirmando una tendencia humana que tenemos que superar, al principio quisieron creer que, si simulaban no ver el ‘rinoceronte’ de la pandemia, esta desaparecería, se convertiría en un ‘cisne blanco’ o, al menos, sería considerada un sorprendente e imprevisible ‘cisne negro’ ante el cual, o bien, era imposible defenderse, o bien, era justificado quedar paralizado por la ‘sorpresa’, o bien, era razonable sacrificar cuantiosas vidas humanas.

Olvidaban que la política es para la polis y que esta es sobre todo el demos, la población, la ciudadanía, la humanidad… Muchos políticos se negaron a ver durante demasiado tiempo el poder destructor que tenía la pandemia en vidas humanas, pero también en vida económica y degradación de los tejidos productivos de la sociedad.

Quisieron creer que era un incidente menor al que se podía aplicar la norma de que ‘el espectáculo debe continuar’ o que el COVID no afecta ‘a los ‘valientes’, a los ‘fuertes’ y a los ‘arrojados’. Otras veces las apuestas eran más cínicas y dignas de Giuseppe di Lampedusa y su consigna en Il Gattopardo: “¡Qué todo cambie para que todo siga igual!”, con la secreta esperanza de que todo cambiara para algunos, para que todo siguiera igual para algunos otros.


Pero ya hemos argumentado que en pandemias mundiales no funciona el cínico cálculo de sacrificar vidas, especialmente entre las víctimas habituales, para que la gran fiesta económica se mantenga. Pues todo el planeta -y concretamente cada país de acuerdo a cómo haya enfrentado colectivamente la guerra sanitaria- pagará su precio, incluso mucho más allá de cuando desaparezcan los últimos virus. Pues al igual que la Peste Negra en Europa o los patógenos que allanaron la colonización americana, los costes y efectos se alargaron más allá de las generaciones que los sufrieron más directamente. En la historia, hubo claramente un antes y un después de esas pandemias.

En términos económicos y humanitarios, el COVID ha sido especialmente negativo sobre todo porque no se previeron ni anticiparon las necesarias medidas tanto sanitarias como económicas y políticas. Evidentemente, no me refiero a que se pudieran prever los detalles, pero sí las muchas probabilidades de que se produjeran pandemias y de que sus riesgos alcanzaran a toda la nación y a todo el planeta. Pues, en la turboglobalización (Mayos, 2016) y en las actuales sociedades del riesgo (Beck, 2006 y 2007), las crisis rápidamente llegan a todo el globo, es imposible confinarlas estancamente y tienden a multiplicar sus efectos; porque la humanidad entera las sufre prácticamente al mismo tiempo y la enorme población ofrece muchas oportunidades para la mutación de los virus y el agravamiento de las tendencias.

Al respecto analistas tan moderados como Francis Fukuyama (2022) han denunciado aquellas políticas que se mostraron excesivamente opuestas a cualquier reequilibrio de la igualdad social. Recuerda que eran defendidas por el liberalismo clásico y que solo se oponen a ellas, aquellos neoliberales más radicales, populistas, ‘iliberales’ (Mayos, 2020a y 2020b) y que en los EEUU suelen llamarse ‘libertaristas’. Al respecto la tesis doctoral de David González (2022) bajo mi dirección está haciendo un análisis global de los efectos que de esas políticas han tenido constatablemente durante la crisis del COVID. 



[1] Sobre estas cuestiones agradezco las interesantes conversaciones mantenidas con los professores brasileros Saulo P. Coelho y Francisco Tavares (UFG).


A partir del artículo de Mayos, G. (2023). ‘INCONSECUENCIAS ANTE DISTINTOS TIPOS DE GUERRAS. EL EJEMPLO DEL COVID-19’ en la REVISTA ESMAT15(25), 333–348. Recuperado de http://esmat.tjto.jus.br/publicacoes/index.php/revista_esmat/article/view/566

Veánse los posts: COVID-19 Y LAS GUERRAS- GUERRAS MILITARES POR ENCIMA DE LAS MÉDICAS, - COVID: HUMILLACIÓN EN DERECHOS HUMANOS Y MEDICINA- ¿HUMILLACIÓN POPULISTA Y NEOLIBERAL?- COVID-19 ES UN 'RINOCERONTE GRIS', NO UN 'CISNE NEGRO'- PREPARAR LA GUERRA CONTRA LAS PANDEMIAS



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