¿Por qué claudicar ante unas guerras? ¡Inconsecuencia!
Ahora bien, a pesar de la constatada importancia histórica de los gérmenes como armas en la batalla, aquí termina el paralelismo entre guerras sanitarias y militares. Pues, sorprendentemente, para combatir las pandemias o las agresiones biológicas no se suele aplicar la misma prevención ya mencionada: Si vis pacem, para bellum. Es decir: si no quieres ser derrotado, prepárate para el ataque y la defensa; si quieres evitar la catástrofe, prepárate para ella.
Si quieres
evitar que una pandemia, que se extiende imparablemente por todo mundo gracias
a la ‘sociedad del riesgo’ (Beck, 2006 y 2007) y a la turboglobalización
(Mayos, 2016), prepárate para defenderte. Si el contagio acelerado y mundial de
un virus puede poner en riesgo la supervivencia de las personas y del sistema
entero, prepárate para luchar contra él. ¡No rehúyas el combate! ¡Prepara tu
defensa! ¡Prepárate!
Esa es la
reacción inteligente digna del homo sapiens. Pero hay que reconocer
humildemente que el covid-19 ha sido un tipo de ‘guerra’ al que estaba muy poco
habituada la humanidad reciente, a diferencia de otros tiempos no muy lejanos.
Pues, las mejoras médicas, los antibióticos, las vacunas, etc. nos hicieron
creer que teníamos totalmente dominados a los patógenos y a las enfermedades
muy contagiosas.
Pero, no
fueron los médicos, los epidemiólogos ni los expertos los que menospreciaron el
peligro y la posibilidad de nuevas pandemias. El error nacía de creencias
ingenuas en la superioridad e incluso invulnerabilidad humana, las cuales
habían generado en mucha gente la sensación de que las pandemias eran cosas del
pasado y que, por tanto, era mejor olvidarlas, renunciando a preverlas y a
minimizarlas, y menospreciando sus riesgos y efectos.
A finales del
2019 e inicios del 2020, incluso se había olvidado la sorpresa, el escándalo y
el miedo que provocó en los años 1980 el AIHS, el síndrome de inmunodeficiencia
adquirida. Ciertamente las tasas de contagio del AIHS fueron infinitamente
menores que el COVID y, además, se mantuvieron más limitadas a grupos de riesgo
como el homosexual o los usuarios de los servicios hematológicos. Pues el
contagio se producía a través de la sangre, mientras que el COVID lo hace sobre
todo por el aire y a través de minúsculas gotas o aerosoles (Mayos, 2020).
Por eso, entre el menosprecio de parte de la población y la inconsciencia de muchos políticos que se negaban a ver su verdadero peligro e impacto, el COVID se convirtió en pocos días en una peste de magnitud mundial y con consecuencias terribles tanto en vidas humanas como en destrucción del tejido económico, productivo y comercial. Son muchísimas las familias y las empresas que no se han recuperado de las pérdidas en vidas y en dolorosas patologías, pero también en términos de capital humano destruido, en know-how, en expertise, en capabilities...
Porque se ha
visto que fue un error ingenuo oponer el salvar vidas a salvar la economía,
como si fueran cosas que no tienen nada que ver. Pero sólo los vivos trabajan,
producen, consumen, inventan, hacen negocios, etc. Además, como en la Peste
negra que en 1348 asoló Europa, cuando la gente se siente en peligro y teme
contagiarse mortalmente, se aparta preventivamente de las otras personas, huye
de los focos contaminantes, deja de trabajar y puede llegar a retirarse de la sociedad.
Como resalta Francis Fukuyama (1998), toda la vida social y económica se basa
en la confianza, trust, y nada la destroza más que ver convertirse al
prójimo en el vector contagiador de una enfermedad potencialmente mortal. Y de
nada sirve negar una pandemia que acumula los cadáveres en todo el mundo y por
millones.
Recuerden que la
recopilación de cuentos del Decameron es protagonizada en plena peste
negra por los que han huido de la ciudad y se esconden en el campo. Hubo zonas
de Europa, como la misma Cataluña y Barcelona, de donde provengo, que tardaron
prácticamente un siglo en recuperar no sólo la población anterior a la Peste negra, sino también el vigor social y
el tejido económico. Durante décadas, persistió el impacto del diferencial
entre las zonas más afectadas por la peste y las que lo fueron menos, entre las
que la sobrellevaron peor y las que respondieron mejor.
Pero, eso lo
habíamos olvidado o creíamos que lo habíamos superado para siempre y, por
tanto, la pandemia del
COVID ha representado una gran humillación de la vanidad humana en muchos
ámbitos.
A partir del artículo de Mayos, G. (2023). ‘INCONSECUENCIAS ANTE DISTINTOS TIPOS DE GUERRAS. EL EJEMPLO DEL COVID-19’ en la REVISTA ESMAT, 15(25), 333–348. Recuperado de http://esmat.tjto.jus.br/publicacoes/index.php/revista_esmat/article/view/566
Veánse los posts: - COVID-19 Y LAS GUERRAS, - GUERRAS MILITARES POR ENCIMA DE LAS MÉDICAS, - COVID: HUMILLACIÓN EN DERECHOS HUMANOS Y MEDICINA, - ¿HUMILLACIÓN POPULISTA Y NEOLIBERAL?, - COVID-19 ES UN 'RINOCERONTE GRIS', NO UN 'CISNE NEGRO', - PREPARAR LA GUERRA CONTRA LAS PANDEMIAS
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