Excepto casos vandálicos, que hay que evitar, las
manifestaciones actuales en Brasil son un signo positivo. Son enormes,
multitudinarias, interclasistas, mayoritariamente pacíficas y cívicas. Muestran que las
jóvenes generaciones y la clase media quieren tutelar cada vez de más cerca a la
política y al gobierno.
Además
gozan de la simpatía del
conjunto de la ciudadanía y la "mayoría silenciosa" los ve como sus
portavoces. De ahí su popularidad en todas partes, no siendo el Brasil
ninguna excepción, sino todo lo contrario. Sólo la violencia de unos pocos puede bloquear, lo que es un hecho esperanzador.
Como el
movimiento 15M o las primaveras árabes, muestran una enorme capacidad para
coordinarse de formas nuevas y muy eficaces. Sorprenden al poder, a los
políticos y a las administraciones, despertándolos de sus rutinas “partidarias”
–cuando no corruptelas-. Inesperadamente las avenidas y las plazas devienen “ágoras”
políticas y escenarios privilegiados para la ciudadanía.
Elperiodista brasileiro Rodrigo Leite Rodrigues Russo me pregunta para elperiódico Folha de S.Paulo:
1 – ¿Usted
percibió algún tipo de pensamiento reaccionario en el movimiento español de los
Indignados?
Hay una
gran dualidad tanto en los indignados españoles como en los manifestantes
brasileiros. Muchos son aprendices de la
política o gente que hasta ahora estaban poco politizados, pero que ahora se han
visto con fuerzas para exigir que se les tenga en cuenta y atención a
cuestiones que afectan su vida diaria: transportes, corrupción, ineficacias o contradicciones
en el rápido desarrollo brasileiro... Éstos aportan gran parte de la “masa
crítica” demográfica y del entusiasmo (a veces también vienen muy cargados de
ingenuidad) de los manifestantes.
Pero
otros son viejos luchadores políticos de distintas causas que se sienten
revitalizados y aportan “saber hacer”. En España eran luchadores
antifranquistas, ecologistas, sobiranistas… En Brasil gente que vivió-sufrió la
dictadura –por eso se hacen muchas menciones a ella- y/o que han participado en
movimientos de ocupación de tierras…
Creo que
hay pocos reaccionarios, como no sea para desviar o estigmatizar el movimiento.
Eso casi no pasó en España y fueron rápidamente depurados, pero en Brasil puede
pasar más. El motivo es la experiencia anterior de los indignados, 15M, las
primaveras árabes e incluso OccupyWallStreet que ha mostrado a todo el mundo su
potencial y, por tanto, hay mayor interés en mediatizar o reconducir a los
manifestantes. Hoy nadie minimiza o menosprecia estas propestas, como sí sucedió
al principio en otras partes.
2 - Por
aquí, critican fuertemente a los partidos de izquierda que llevan sus banderas
a las manifestaciones. ¿Qué opina de ello?
Evidentemente
los viejos luchadores ya politizados que intervienen en las manifestaciones
brasileiras pertenecen o pertenecieron a partidos o movimientos políticos más
clásicos. Pero en los indignados y creo que en Brasil en la mayoría de los
manifestantes, hay una profunda voluntad de no ser manipulados por partidos e
intereses concretos. Además como en todos los Nuevos movimientos sociales, hay
un rechazo profundo a los partidos o sindicatos en tanto que estructuras jerárquicas
y disciplinadas.
Una
exigencia muy extendida y sentida por la gente es rechazar a todo aquel que no
va simplemente como ciudadano en total igualdad con los otros. Y hay
consciencia que, si el clamor popular llega a identificarse con uno o unos
pocos partidos, perderá apoyo popular, autenticidad, se maleará con intereses
particulares y corruptelas… y no es eso lo que se quiere. No es la naturaleza –creo-
de movimientos tan masivos e interclasistas como los del Brasil.
3 - Desde
el extranjero, ¿cómo se explican la proliferación de insatisfacciones que han
aparecido en el Brasil, por otra parte un país que vive en una buena fase?
Creo
que –como los Mayos de 1968- estas manifestaciones populares más bien se
producen en épocas de cierto bienestar, aunque continúen habiendo muchos problemas.
Son hechos, actitudes y manifestaciones que tienen que ver con crisis de
crecimiento. La gente se siente con fuerza como para pedir algo más de lo que
hasta ahora obtienen, para pedir que se les tenga en cuenta o participar más
directamente en las decisiones, para vigilar y exigir castigo de los corruptos
que se aprovechan del sistema… Incluso si se quiere y no hay que minimizarlo:
para soñar un poco y “pedir lo imposible”.
Pero
creo que la mayor parte de los brasileiros pide cosas muy posibles: desarrollo
más equilibrado y justo; menos corrupción y más eficacia administrativa; mayor
reconocimiento de necesidades cotidianas, que en la penuria se reprimen, pero
que son muy importantes y que el gran crecimiento de Brasil hace posible. En
definitiva, la gente exige una más justa redistribución de los beneficios del desarrollo
brasileiro y mayor reconocimiento a sus
específicas necesidades.
La
gente piensa que si hay medios para eventos como la Copa FIFA Confederaciones,
mundiales, olimpiadas y las caras obras que comportan, también los tienen que haber
para: el acceso mejor a sus casas o lugares de trabajo, la sanidad, una
educación mejor, tener más influencia en las políticas estatales y mayor atención
de éstas a sus necesidades específicas. Y salen a la calle para manifestarlo y
que se les tenga en cuenta.
4 – ¿Usted
ve en las actuales manifestaciones brasileiras una motivación más política o
económica?
La
gente ha aprendido que no se puede separar política de economía y añade además
reivindicaciones de reconocimiento de sus necesidades cotidianas y valores
culturales. Hay mucha diversidad y riqueza en tanta gente como que se
manifiesta en Brasil. Pero creo que hay un elemento común básico: exigir a la
administración y a los “políticos profesionales” que dejen de relacionarse tan
sólo entre sí y de atender a su “agenda política clásica”. Se les exige ahora que
atiendan solícita y rápidamente a la gente, a sus demandas y necesidades.
El
slogan “no nos representan” no implica –creo- en el Brasil: “y no queremos que
nos representen”, sino más bien exigir: “¡que se atengan y no se olviden que
tienen que representar nuestros intereses, aspiraciones y valores!”, “¡que no
se escondan en Brasilia… y solo se ocupen de su agenda… o -aún peor- que se
corrompan!”.
Creo
que en Brasil está apareciendo una nueva “opinión pública” más activa e
implicada, que ahora está gritando como mensaje básico y común (detrás de otras
muchas reivindicaciones): “¡aquí estamos y vamos a permanecer vigilantes!”
3 comments:
Hola Gonçal,
A tenor de algunas conversaciones que tuve con participantes del 15-M, diría que coincido claramente en postular que "está apareciendo una nueva opinión pública, más activa e implicada, que ahora está gritando como mensaje básico y común (detrás de otras muchas reivindicaciones)"¡aquí estamos y vamos a permanecer vigilantes".
Y, seguramente, no sólo en Brasil, sino en muchos otros sitios. Sin duda, uno de los fenómenos sociales más relevantes de la actualidad es la emergencia de un nuevo tipo de movimiento social que, tal y como apuntas, es interclasista, rechaza las estructuras jerárquicas y no se siente identificado ni con los partidos ni con las estructuras de poder y de participación tradicionales.
Su horizontalidad, su ausencia de liderazgos claros y su capacidad de aprovechar las nuevas tecnologías para operar en red y difundir sus mensajes y actuaciones de forma viral son, sin duda, elementos que les confieren fuerza y posibilidades de futuro.
Sin embargo, donde tengo mis dudas es en su capacidad -más aún, en su voluntad- de "implicación": a tenor de lo visto a raíz del 15-M, el talón de Aquiles de tales movimientos es su dificultad para dar continuidad a sus actos. Un -a mi juicio- excesivo e ingenuo énfasis en el asamblearismo más básico, un interés insuficiente en articular reflexiones teóricas que vayan más allá de eslóganes, demandas y propuestas concretas y, sobre todo, su énfasis preponderante en movilizar los resortes emocionales por encima de los de índole intelectual, confluyen en otorgarle un carácter impulsivo y muy cortoplacista. Tanto, que de no corregir esta tendencia, corren el riesgo de no poder dar continuidad a su tarea teórica y práctica, de convertirse en meras explosiones puntuales de resistencia en el proceso imparable de avance de nuestra racionalidad instrumental, de nuestra “jaula de hierro”, para usar la terminología weberiana, o en un exponente más de nuestra “sociedad líquida” (Bauman) caracterizada por la ruptura de todo proyecto colectivo de futuro en aras de su énfasis casi exclusivo en el instante, en el constante reemplazo y disolución de pautas, ideas y valores por otros nuevos que, a su vez, son sustituidos antes de que hayan tomado cuerpo.
Estamos en muchas cosas de acuerdo, Lluís. Y además las que tenemos contraste de pareceres (quizás no tanto desacuerdo) me parecen tan interesantes que me han sugerido todo un largo post y no he terminado con ellas. http://goncalmayossolsona.blogspot.com.es/2013/06/brasil-contra-politica-y-oligarquias.html
Es un placer debatir contigo.
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