Gonçal Mayos PUBLICATIONS

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Oct 18, 2018

SOMETIDOS A DESTRUCCIÓN CREATIVA Y COMPULSIÓN IMPERSONAL


Hoy la turboglobalización y los fenómenos-inter han dejado de ser meros “ideales” o realidades emergentes de poco alcance. Indiscutiblemente se han convertido en poderosas fuerzas de cambio, de “destrucción creativa” (Schumpeter, 1966) o de "compulsión impersonal" (Hayek, 2008) que se caracterizan por ser de imposible control por parte de la humanidad. Ello angustia y moviliza gran parte de la población, provocando muy significativos cambios en la legitimidad y acciones políticas muy improbables hasta hace poco.
 
La metáfora que –a nuestro juicio- mejor ejemplifica la situación actual es que la humanidad está cabalgando en el lomo del tigre enfurecido que constituyen la turboglobalización y quizás también los fenómenos-inter. La humanidad (o una parte importante de ella) siente la necesidad de bajarse del “tigre” y abandonar su enloquecida huida no se sabe hacia donde. Pero también teme que el tigre la devorará tan pronto como baje de su lomo. Podemos decir por tanto que una parte significativa de la humanidad se siente ¡a la vez! atraída y repelida por ese “tigre” en su feroz huida

Esa metáfora expresa el dilema que atenaza la humanidad contemporánea pues está obligada a escoger entre dos graves peligros. También siente en su interior el choque de dos impulsos contradictorios entre sí, por una parte: gozar de la aparente comodidad de dejarse llevar por el tigre y, por otra parte, desear tomar el pleno control de su vida. Más en concreto, por una parte anhela bajarse del tigre de la turboglobalización y parar o incluso revertir los fenómenos-inter; pero por otra parte teme las inclemencias y pérdida de oportunidades que comporta apartarse de la flecha de la historia que -por muy enloquecidamente que avance- parece todavía la única garantía de progreso y desarrollo.

Ahora bien nuestra metáfora tiene un inconveniente básico, la humanidad que cabalga el tigre turboglobalizado parece ser un único sujeto y esencialmente unitario. Y no es así. Tanto la turboglobalización como los fenómenos-inter generan efectos muy opuestos en los distintos grupos sociales, hasta el punto que –para simplificar- podemos separar la humanidad en dos grandes bandos según que se beneficien mucho de cabalgar el tigre o se vean cruelmente damnificados por ello. Naturalmente los primeros grupos sienten una importante atracción por la turboglobalización y los fenómenos-inter, mientras que en los segundos predomina la repulsión y el rechazo más o menos violento.  

Ello no quiere decir que ninguno de ellos esté del todo tranquilo en una situación tan inestable. Como avisaba agudamente Maquiavelo, los grupos sociales beneficiados suelen valorar poco su suerte, pues la dan por supuesta y consideran que se la han merecido totalmente por su talento y esfuerzo personales. En cambio y como también predijo Maquiavelo, los sectores sociales castigados (Luttwak, 2000; Giddens 1994 y 199; Bauman, 2003 y 2014; Beck, 2007) viven mucho más dramáticamente su situación y –sin sentirse en absoluto culpables de ella- consideran responsables totalmente de sus males a la turboglobalización y a los fenómenos-inter. Por eso, suelen reaccionar ante ellos con especial indignación, desconsuelo e incluso violencia, a la par que sienten impulsos deslegitimadores de una política que les deja desprotegidos y los trata con indiferencia.

No estamos pues ante una respuesta única y monolítica de la humanidad, sino más bien a todo un complejo espectro estructurado –eso sí- en dos polos fundamentales. Por una parte, los beneficiados por la turboglobalización tienden mínimamente a defenderla y a reivindicar su legitimidad como gran fuente de progreso y democracia. En cambio, pero mucho más virulentamente, los damnificados la critican, le niegan legitimidad política, la denuncian, la atacan y quieren revertirla radicalmente.

Quizás solo unos pocos se dan cuenta que el conflicto no es tan simple pues, como se ve en nuestra metáfora, hay riesgos tanto en continuar el proceso enloquecido de turboglobalización, como en pararlo en seco. Pero, seamos o no conscientes del dilema, este nos afecta a todos y cada uno de nosotros, y nos obliga a complejas negociaciones para equilibrar nuestra vida, tanto en lo interno como en sus relaciones externas con la sociedad. Además nadie puede evitar el dilema y las angustias que genera –como se ve en los procesos que analizaremos- una angustiada reacción que cuestiona gran parte de los principios legitimadores de las democracias representativas liberales.

 Como hemos apuntado hay ley psicológica por la cual los humanos tienden a destacar y vivir con mayor fuerza lo negativo por encima de lo positivo (lo cual muy pronto se da por descontado). Por eso hoy prácticamente toda la población sufre ante los riesgos e impacto negativo de la destrucción creativa turboglobalizada y de los fenómenos-inter. Ahora bien –de alguna manera- también teme perder los beneficios que, desde el final de la 2a Guerra Mundial, ha ofrecido el pacto (no escrito, pero de largo alcance) entre las democracias cristianas y las socialdemocracias para crear el llamado Estado del bienestar.

Significativamente es un proceso que se superpone con los llamados “30 gloriosos” constituyendo el período de mayor crecimiento de toda la historia de la humanidad. Por eso y porque desde los años 1980 ha vuelto a aumentar la desigualdad a niveles máximos desde que hay estadísticas fiables (Piketty, 2013), suelen predominar el miedo y el descontento, si bien no hasta el punto de bloquear totalmente los grandes anhelos de crecimiento, desarrollo, progreso, consumo, etc.

En el fondo todo el mundo desearía mantener los beneficios de la acelerada “destrucción creativa” turboglobalizada, pero evitando las consecuencias más terribles para sí mismos y –probablemente- para los grupos humanos más damnificados. Pero ese ideal es imposible especialmente porque nadie puede sentirse plenamente seguro cabalgando los inestables lomos de un enloquecido e incontrolable proceso de "compulsión impersonal" –ni los afortunados de hoy, ni incluso el mismo Hayek-. Pero tampoco podemos olvidar que -a la vez- todo el mundo tiene intereses (más o menos inconfesables) para no abandonar totalmente el pacto legitimador posterior a la 2a Guerra mundial que ha representado un momento álgido en la modernización, la justicia social, el desarrollo y la civilización.


 
Por tanto, tenemos que calibrar finamente como cada grupo social vivencia y actua políticamente ante el complejo equilibrio que hemos esbozado. Tenemos un buen ejemplo en el análisis que ha llevado a cabo en y sobre Francia el geógrafo Christophe Guilluy (2016). A partir de aquí, analicemos brevemente algunos significativos ejemplos actuales.


Del artículo de G. Mayos “Conflictos de legitimación en la turboglobalización” en Legitimidad y acción política, Norbert Bilbeny (Coord.) con Daniel Innerarity, José Manuel Bermudo, José A. Estévez, Félix Ovejero, Ignaci Terradas, Jule Goikoetxea, Iñigo González, Francisco Corrales, Martha Palacio, Ander Errasti, Miguel Mandujano, Lluís Pla, Norbert Bilbeny y Gonçal Mayos, Universitat de Barcelona, 2018, pp. 317-338. ISBN: 978-84-9168-139-7.

Véanse los post:







 
- ¿CABALGAR EL TIGRE O DESCABALGARLO?

 

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