Los grandes cambios históricos siempre han provocado
reacciones contrastadas, precisamente porque han beneficiado a unos y han
perjudicado o castigado a otros. Si ir más lejos, la globalización moderna iniciada
-como afirman Dussel y Wallerstein- en 1492 convirtió en imperios “donde no se ponía
el sol” a las coronas española y portuguesa. Ellas fueron sus primeros grandes
beneficiarios con la conquista y posterior colonización no sólo de América sino
de muchas de las costas mundiales. Como todos sabemos pronto se añadieron en la colonización
Inglaterra, Holanda, Francia… en una carrera por repartirse el mundo y el botín
que ello representaba de metales preciosos, materias primas, siervos y esclavos,
mercados cautivos, etc.
Evidentemente ello también provocó inevitables contrapartidas. Imperios poderosos como el Azteca y el Inca se hundieron pronto, otros como el Mogol indio resistió un poco más, también algunos incipientes reinos africanos y aún un poco más los diversos imperios musulmanes. Pero uno tras otro fueron cayendo bajo el dominio europeo, siendo los últimos en ser subordinados (si bien no propiamente colonizados) los grandes imperios orientales de China y el Japón.
Finalmente todos los territorios de la Tierra terminaron integrados en un único “sistema-mundo” (Wallerstein, 1984) a medida que las rutas marítimas y luego las ferroviarias vinculaban el “viejo mundo” del continuo terrestre euro-africano-asiático con el “nuevo mundo” americano, Australia y las islas de Oceanía.
Evidentemente ello también provocó inevitables contrapartidas. Imperios poderosos como el Azteca y el Inca se hundieron pronto, otros como el Mogol indio resistió un poco más, también algunos incipientes reinos africanos y aún un poco más los diversos imperios musulmanes. Pero uno tras otro fueron cayendo bajo el dominio europeo, siendo los últimos en ser subordinados (si bien no propiamente colonizados) los grandes imperios orientales de China y el Japón.
Finalmente todos los territorios de la Tierra terminaron integrados en un único “sistema-mundo” (Wallerstein, 1984) a medida que las rutas marítimas y luego las ferroviarias vinculaban el “viejo mundo” del continuo terrestre euro-africano-asiático con el “nuevo mundo” americano, Australia y las islas de Oceanía.
Es mucho más complejo e incluso discutible determinar
como los avatares de esa globalización político-económica afectó a los
habitantes de unos y otros territorios. Pero sin ninguna duda podemos decir que
también para las personas particulares hubo vencedores y vencidos, beneficiados
y damnificados. Todo se complicó aún más cuando esa primera globalización
moderna fue acelerándose y convirtiéndose en la turboglobalización actual
(Mayos, 2016a).
A diferencia de la primera globalización –donde los
viajes por mar y tierra era lentos y muy peligrosos-, la actual se caracteriza
no solo por la aceleración de sus flujos, sino también por su crecimiento exponencial en cantidad y
calidad. Pues actualmente las conexiones aumentan exponencialmente en todos los parámetros
de interacción: velocidad, cantidad, calidad, intensidad, alcance, lejanía,
aceleración, sistematicidad, seguridad, constancia, omnipresencia...
Actualmente no solo toda la Tierra está globalizada
y forma un sistema único ecológica y económicamente. También está
turboglobalizada pues -como hemos dicho- se caracteriza por la aceleración exponencial de todos
los parámetros de interacción. Hoy nuestras acciones afectan a toda velocidad
gentes y territorios muy alejados, pero además su feedback y decisiones propias
nos llegan con una intensidad y consecuencias impensables hasta hace pocos
años. Ahora bien, estamos turboglobalizados lamentablemente no respeto a las personas y a
los derechos humanos, pero sí ante unos flujos informativos, tecnológicos,
financieros y especulativos que tienen hoy un alcance, penetración y
aceleración que los hacen difícilmente controlables por la política tradicional
y los Estados-nación tradicionales.
La instantánea integración de Internet incluso
parece realizar el ideal leibniziano de “mónada”. Es decir una unidad que
integra en si toda la información sin las tradicionales barreras o limitaciones
del espacio, la materia, el relieve geográfico, la distancia, etc. Por ello la
acelerada turboglobalización actual tiende a ese ideal imposible de la “mónada
de mónadas” (Mayos, 2016a) y ya nadie está a resguardo de su determinante
impacto.
Antes de la primera globalización moderna, la
humanidad no tenía consciencia de sí como un conjunto en constante y profunda
relación. Quizás solo consiguió generalizar esa consciencia en el siglo XVIII o
incluso en el XIX. Pero hoy la «turboglobalización» es una realidad evidente y
decisiva para todos por su rapidez, intensidad, instantaneidad, omnipresencia,
acelerados y lejanos feedbacks, así como también por haberse convertido en una
realidad sistemática, cotidiana y banal.
Como suele pasar, esos cambios cuantitativos generan cambios profundamente cualitativos en las realidades sociales y en las mentalidades. Como veremos generan también profundas reacciones socio-políticas y significativos cambios en la legitimidad política. Naturalmente la percepción de los efectos favorables o desfavorables, positivos y negativos de la turboglobalización ha impulsado la toma de posición respecto a ella. Por eso hoy el debate entorno la globalización y sus efectos es omnipresente e incluso bastante virulento.
Como veremos, es una discusión que lo penetra todo, influye y contamina cuestiones sociales aparentemente lejanas como algunas que trataremos. En todos los casos, comprobaremos como resulta del todo decisivo valorar el posicionamiento ante la turboglobalización de la gente y como la afecta en cada caso particular. Sólo así podremos comprender sus acciones y reacciones, así como la legitimidad de estas se muestra muy afectada.
- ¿CABALGAR
EL TIGRE O DESCABALGARLO?
Como suele pasar, esos cambios cuantitativos generan cambios profundamente cualitativos en las realidades sociales y en las mentalidades. Como veremos generan también profundas reacciones socio-políticas y significativos cambios en la legitimidad política. Naturalmente la percepción de los efectos favorables o desfavorables, positivos y negativos de la turboglobalización ha impulsado la toma de posición respecto a ella. Por eso hoy el debate entorno la globalización y sus efectos es omnipresente e incluso bastante virulento.
Como veremos, es una discusión que lo penetra todo, influye y contamina cuestiones sociales aparentemente lejanas como algunas que trataremos. En todos los casos, comprobaremos como resulta del todo decisivo valorar el posicionamiento ante la turboglobalización de la gente y como la afecta en cada caso particular. Sólo así podremos comprender sus acciones y reacciones, así como la legitimidad de estas se muestra muy afectada.
Del artículo de G. Mayos
“Conflictos de legitimación en la turboglobalización” en Legitimidad y acción política, Norbert Bilbeny (Coord.) con Daniel
Innerarity, José Manuel Bermudo, José A. Estévez, Félix Ovejero, Ignaci
Terradas, Jule Goikoetxea, Iñigo González, Francisco Corrales, Martha Palacio,
Ander Errasti, Miguel Mandujano, Lluís Pla, Norbert Bilbeny y Gonçal Mayos,
Universitat de Barcelona, 2018, pp. 317-338. ISBN: 978-84-9168-139-7.
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