Podemos vincular las causas del jiyadismo con otros conflictos
aparentemente muy diferentes y lejanos. Es el caso
–por ejemplo- de los asociados al Brexit y al crecimiento de los movimientos populistas,
euroescépticos y ultraconservadores en Europa.
El caso del Brexit nos parece paradigmático pues el elemento más relevante ha sido la desconfianza respecto al fenómeno-inter que es la UE, su burocracia, su presunto “despilfarro”, sus normativas que se visualizan como foráneas o impositivas, etc. Más en concreto, han sido decisivos el temor a la emigración europea y transeuropea (por ejemplo de los refugiados africanos y del Oriente Medio) y el rechazo de las leyes de la UE que dificultan su expulsión o bloqueo en la frontera.
Además, todos los análisis del voto manifiestan que el Brexit venció en los grupos y zonas inglesas castigadas por las deslocalizaciones industriales y de los “damnificados por la turboglobalización”, mientras que perdió en la City, el área del gran Londres y las activas zonas de servicios y turismo de las costas del sur de Inglaterra. Significativamente tenemos aquí una dicotomía geográfico-social equivalente a la analizada por Guilluy (2016) entre la Francia “periférica” perjudicada por la turboglobalización y la metropolitana favorecida por ésta.
También es muy significativo el voto muy contrastado antiBrexit en una Escocia que apuesta por conseguir su independencia dentro de la UE, una Irlanda del Norte que tiene su gran frontera terrestre con su hermana Eire que –evidentemente- continuaría en la UE o Gibraltar que vería aumentar el bloqueo fronterizo que ya existe con España y entonces sin contar con apoyo de la legislación común europea.
Como vemos y no debe extrañarnos, decisiones a favor o en contra del Brexit remiten claramente a las reacciones personales y grupales ante fenómenos-inter como es la Integración europea, el querer impedir o más bien integrar las nuevas emigraciones y –en definitiva- las heridas en el tejido industrial y productivo resultantes de la turboglobalización.
Causas similares podemos encontrar también en la emergencia del discurso xenófobo y extremista en favor candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos Donald Trump y quizás también del “socialista” demócrata Bernie Sanders. A pesar de presentarse por partidos opuestos, ambos han recibido una inesperada y sorprendente cantidad de votos que ha hecho presidente a Trump, contra todo pronóstico. Todos los analistas coinciden en que gran parte de su voto viene de la reacción angustiada y populista, en contra de la burocracia de Washington que es percibida como cruelmente indiferente e, incluso, a reacciones xenófobas presentes en grupos que tradicionalmente no manifestaban demasiado tales tendencias.
En la desatada turboglobalización, muchos blancos de clase media u obrera tradicionalmente muy competitivos y seguros de sí mismos, se sienten hoy damnificados, inseguros y olvidados. Ello también influyó en sectores femeninos, “negros” y latinos por razones muy similares. Como ha sucedido en la Francia de Le Pen (Guilluy 2016), coinciden en ejercer votos de castigo en favor de los candidatos más populistas y críticos con Washington. Muchas veces directamente han pasado de votar el Partido demócrata a inclinarse por el Partido republicano.
El caso del Brexit nos parece paradigmático pues el elemento más relevante ha sido la desconfianza respecto al fenómeno-inter que es la UE, su burocracia, su presunto “despilfarro”, sus normativas que se visualizan como foráneas o impositivas, etc. Más en concreto, han sido decisivos el temor a la emigración europea y transeuropea (por ejemplo de los refugiados africanos y del Oriente Medio) y el rechazo de las leyes de la UE que dificultan su expulsión o bloqueo en la frontera.
Además, todos los análisis del voto manifiestan que el Brexit venció en los grupos y zonas inglesas castigadas por las deslocalizaciones industriales y de los “damnificados por la turboglobalización”, mientras que perdió en la City, el área del gran Londres y las activas zonas de servicios y turismo de las costas del sur de Inglaterra. Significativamente tenemos aquí una dicotomía geográfico-social equivalente a la analizada por Guilluy (2016) entre la Francia “periférica” perjudicada por la turboglobalización y la metropolitana favorecida por ésta.
También es muy significativo el voto muy contrastado antiBrexit en una Escocia que apuesta por conseguir su independencia dentro de la UE, una Irlanda del Norte que tiene su gran frontera terrestre con su hermana Eire que –evidentemente- continuaría en la UE o Gibraltar que vería aumentar el bloqueo fronterizo que ya existe con España y entonces sin contar con apoyo de la legislación común europea.
Como vemos y no debe extrañarnos, decisiones a favor o en contra del Brexit remiten claramente a las reacciones personales y grupales ante fenómenos-inter como es la Integración europea, el querer impedir o más bien integrar las nuevas emigraciones y –en definitiva- las heridas en el tejido industrial y productivo resultantes de la turboglobalización.
Causas similares podemos encontrar también en la emergencia del discurso xenófobo y extremista en favor candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos Donald Trump y quizás también del “socialista” demócrata Bernie Sanders. A pesar de presentarse por partidos opuestos, ambos han recibido una inesperada y sorprendente cantidad de votos que ha hecho presidente a Trump, contra todo pronóstico. Todos los analistas coinciden en que gran parte de su voto viene de la reacción angustiada y populista, en contra de la burocracia de Washington que es percibida como cruelmente indiferente e, incluso, a reacciones xenófobas presentes en grupos que tradicionalmente no manifestaban demasiado tales tendencias.
En la desatada turboglobalización, muchos blancos de clase media u obrera tradicionalmente muy competitivos y seguros de sí mismos, se sienten hoy damnificados, inseguros y olvidados. Ello también influyó en sectores femeninos, “negros” y latinos por razones muy similares. Como ha sucedido en la Francia de Le Pen (Guilluy 2016), coinciden en ejercer votos de castigo en favor de los candidatos más populistas y críticos con Washington. Muchas veces directamente han pasado de votar el Partido demócrata a inclinarse por el Partido republicano.
Se trata de un voto, unas actitudes e incluso un
activismo que siente como totalmente deslegitimados los mecanismos de
democracia representativa y las instituciones políticas norteamericanas. Por eso
y por encima de los aspectos ideológicos clásicos que tanto separan a Trump de
Sanders, muchos de esos votantes oscilaron entre sus diversas críticas
deslegitimadoras al establishment de Washington, mientras que se opusieron
decididamente a una Hillary Clinton que –por muy preparada que estuviera- se
percibía como defensora de ese establishment.
Todos los análisis coinciden en que, cuando dirigen su voto
de protesta en dirección a Trump o a Sanders, esos grupos lo hacen movidos por
los embates de la turboglobalización, con deslocalizaciones industriales,
pérdida de protecciones sociales e incluso otras “humiliaciones espirituales”
dentro del “american-way-of-life”. Por eso sectores blancos de clase media que
hasta ahora se sentían dentro del pensamiento hegemónico y protegidos frente a
los inmigrantes, etc., hoy han perdido su confianza, su “centralidad” y se sienten
amenazados.
Como vemos no son fenómenos tan alejados entre sí los nuevos
populismos, los votantes en favor del Brexit, Trump o Le Pen o incluso los “lobos
solitarios” que se han radicalizado aceleradamente en favor de Daesh. Como vemos también aquí son clave las tensiones
provocadas por los mencionados fenómenos-inter y la turboglobalización.
Pues
actualmente estamos en un momento en que crecen los damnificados o amenazados
por el actual capitalismo cognitivo, postfordista y neoliberal. Además genera
una élite extractiva global (Mayos, 2015) que incluso puede ser más insolidaria
que las élites extractivas nacionales (Acemoglu y Robinson, 2012). Y eso lo
perciben consciente o inconscientemente muchos de los sectores perjudicados por
la creciente turboglobalización.
Se añade además el desmontaje de las protecciones
(incluso imaginarias y simbólicas) del Estado del bienestar y del viejo Estado-nación.
Por ello en los últimos años, muchos de esos perjudicados han pasado de ser
partidarios de los fenómenos-inter a ser fuertemente contrarios a ellos.
Siguiendo nuestra metáfora, han pasado de cabalgar alegremente el cachorro de
tigre que era entonces la turboglobalización a querer desesperadamente bajar
del tigre adulto, incluso corriendo un significativo riesgo de ser devorados
por este.
Con la constatación de los fuertes y duraderos efectos de la crisis post2008, han dejado de ser partidarios de la integración, la agregación, la globalización, las fuerzas centrípetas, los fenómenos-inter y la legitimidad de los grandes valores de sus Estados. Muy al contrario, han pasado a apostar angustiadamente por la desagregación, por recuperar un Estado-nación fuerte que les proteja (o ganarlo en el caso de Escocia) y a apoyar fuerzas políticas que prometan (otra cosa es conseguirlo) revertir los fenómenos-inter y la turboglobalización. En definitiva su acción política se dirige hoy básicamente a cuestionar, desafiar y deslegitimar los mismos valores que hace poco más de una década consideraban incuestionables.
- ¿CABALGAR
EL TIGRE O DESCABALGARLO?
Con la constatación de los fuertes y duraderos efectos de la crisis post2008, han dejado de ser partidarios de la integración, la agregación, la globalización, las fuerzas centrípetas, los fenómenos-inter y la legitimidad de los grandes valores de sus Estados. Muy al contrario, han pasado a apostar angustiadamente por la desagregación, por recuperar un Estado-nación fuerte que les proteja (o ganarlo en el caso de Escocia) y a apoyar fuerzas políticas que prometan (otra cosa es conseguirlo) revertir los fenómenos-inter y la turboglobalización. En definitiva su acción política se dirige hoy básicamente a cuestionar, desafiar y deslegitimar los mismos valores que hace poco más de una década consideraban incuestionables.
Del artículo de G. Mayos
“Conflictos de legitimación en la turboglobalización” en Legitimidad y acción política, Norbert Bilbeny (Coord.) con Daniel
Innerarity, José Manuel Bermudo, José A. Estévez, Félix Ovejero, Ignaci
Terradas, Jule Goikoetxea, Iñigo González, Francisco Corrales, Martha Palacio,
Ander Errasti, Miguel Mandujano, Lluís Pla, Norbert Bilbeny y Gonçal Mayos,
Universitat de Barcelona, 2018, pp. 317-338. ISBN: 978-84-9168-139-7.
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