Así el hombre de nuestro tiempo rechaza su tiempo
real tal como dispone la dictadura de los mass
media. No tiene tiempo para vivir su presente vital porque –con la paradoja
que hemos destacado- se le impone como más “vital”, productivo y rentable el
“tiempo” fijado por esa abstracción llamada “mercados”. Y esa experiencia
frustrante, que niega cualquier vivencia real, se repite indefinidamente con
cada atardecer.
Artículo de G. Mayos “Time is money, el hombre de nuestro tiempo” en A lanterna de diógenes: reflexões sobre o homem da pólis contemporânea, Dennys Garcia Xavier (Coord.); Moacir Henrique Júnior (Org.), Laboratório Americano de Estudos Constitucionais Comparado –LAECC. (Uberlândia, MG, Brasil), 2018, pp. 403-425. ISBN: 978-85-918728-5-5.
Véanse los post:
Al contrario de la lechuza de Minerva, olvida y
menosprecia la experiencia del día sin poder elevarla a concepto ni extraerle
sentido. También menosprecia la prudencia pesimista de Kant cuando se niega a
considerar ilustrado su tiempo, diciendo que tan solo está en proceso de
ilustración. Frente a esa prudencia que agradece el hombre atribulado por la
historia, “The Future is Now” juega a creer (como otras consignas
publicitarias) que “todo es posible” y que el tiempo es “nuestro tiempo” a
pesar de no poder experimentarlo por su hiperaceleración.
Esa locamente acelerada temporalidad provocó primero
la imposibilidad de los proyectos colectivos a largo plazo. Cayeron los grandes
relatos de las religiones y luego las ideologías, y si hoy parecen retornar
viejos fundamentalismos e integrismos (Kepel, 1991; Mayos, 2018) es porque
–como en la “Dialéctica de la Ilustración”- la tierra totalmente iluminada,
brilla bajo un total desconsuelo (Horkheimer y Adorno, 1998).
Así el hombre de nuestro tiempo aprendió a
desconfiar de las promesas de las filosofías de la historia y vio aterrado como
todas las utopías celestiales se convirtieron en infiernos en la tierra.
Incluso las meras ordenaciones de sesudos historiadores, parapetados en sus
metodologías e historiografías, se nos presentan hoy como vanas, traicioneras y
“fake news”. Esa sensación o –incluso- convicción de “postverdad” se ha
convertido en inseparable del hombre de nuestro tiempo. Pues al no tener una
experiencia vital de “verdad”, tampoco puede concebir la “verdad” ni
distinguirla de las más burdas falsedades.
En muchos aspectos el hombre de nuestro tiempo no
tiene “tiempo” para experimentarlo ni experimentarse. Como el Angelus Novus ya no puede ver su propia
vida como una coherente serie causal, una lógica cadena de acontecimientos o un
proyecto personal a medio y largo plazo. Todo se mezcla en una catástrofe única
bajo montones informes de “ruina sobre ruina”, que carecen de verdadero sentido
vital, que no es el “sentido” prestado y reconstruido que nos ofrecen los mass media.
Como el ángel de Benjamin, también el hombre de
nuestro tiempo quisiera poder detenerse y experimentar aquello que se le da
como muerto pero que necesita para vivir. Quisiera recomponer lo menospreciado
y destruido precisamente por no atreverse a tomarse el tiempo necesario para
experimentarlo y extraerle el sentido que tiene para él personalmente. También
para el hombre de nuestro tiempo, un irresistible huracán le arrastra quiera o
no, y le obliga a seguir la abstracta experiencia dictada por los mercados. ¡Impidiendo
así la propia y vital experiencia!
Ese huracán que es nuestro tiempo le obliga a
vivirlo como dispositivo que se limita a coordinar los flujos económicos,
sociales y políticos globales (Muntadas, 2016). No busca obtener de ellos más
“sentido” que el performativo y productivo. Para él, su tiempo –tanto el epocal
como el personal- es simple y exclusivamente “money”. Seguramente hace la
sociedad y los individuos más productivos pero -más allá de lo que aventuraba
Franklin- no necesariamente les ofrece el sentido vital que precisan y que les
permite disponer de una verdadera experiencia del propio “tiempo”.
Como intuyó Walter Benjamin, el huracán de la
temporalidad turboglobalizada arrastra el hombre contemporáneo
irresistiblemente hacia el futuro, “The Future is Now”. Pero convierte su
presente-now –su tiempo vital- en un vertedero de rechazos civilizatorios. Tan
solo ayer eran lucientes y tentadores,
pero hoy los vemos sucios, olvidados y mediorrotos -pues tristemente algunos todavía
encienden sus luces aquí y allá-. Ese vertedero creciente, sin “sentido” y casi
infinito es el resultado más duradero del progreso contemporáneo en el que vive
–lo quiera o no- el hombre de nuestro tiempo. Es su mundo, es nuestro mundo e -incluso-
la única experiencia o sentido que al final queda.
Artículo de G. Mayos “Time is money, el hombre de nuestro tiempo” en A lanterna de diógenes: reflexões sobre o homem da pólis contemporânea, Dennys Garcia Xavier (Coord.); Moacir Henrique Júnior (Org.), Laboratório Americano de Estudos Constitucionais Comparado –LAECC. (Uberlândia, MG, Brasil), 2018, pp. 403-425. ISBN: 978-85-918728-5-5.
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